Otros personajes de la misma historia pueden ofrecer la
guía y la seguridad que
tanto necesita el niño ya mayor. Por ejemplo, a una
niña, en su temprana adolescencia,
Hansel y Gretel le brindó un gran consuelo leyéndolo
una y otra vez y fantaseando sobre dicho cuento. De
pequeña había estado
dominada por un hermano mayor. Hermano, que en cierto modo le
había mostrado el camino, como Hansel al ir esparciendo
las piedrecillas que les guiarían a él y a su
hermana de vuelta a casa. En la adolescencia, esta chica
seguía apoyándose en su hermano, y esta escena del
cuento le inspiró la confianza. Pero, al mismo tiempo, se
resintió por el dominio de su
hermano. Sin ser consciente de ello en aquel momento, su lucha
por la independencia
giraba en torno a la figura
de Hansel. La historia le dijo a su inconsciente que seguir el
camino de Hansel le haría quedarse atrás en vez de
ir adelante; por otra parte, es también significativo que
al principio de la historia fuera Hansel el que la guiara,
mientras que al final es Gretel quien consigue la libertad y la
independencia para ambos, puesto que es ella quien vence a la
bruja.
Una vez alcanzada la edad adulta, esta mujer
comprendió que dicho cuento la había ayudado mucho
a abandonar la dependencia en su hermano, al convencerla de que
una temprana dependencia en él no tenía por
qué influir en su vida posterior. Así, una historia
que, por una razón, había sido significativa para
ella cuando era niña, le proporcionó una
guía en la adolescencia por otra razón
completamente distinta.
Blanca
Nieves
El tema central de "Blanca Nieves" es el de una niña
que, todavía en la pubertad,
supera, en todos los aspectos, a su perversa madrastra, quien,
loca de celos, le niega una existencia independiente,
simbólicamente representada por el esfuerzo de la
madrastra por ver aniquilada a Blanca Nieves. Sin embargo, el
significado más profundo de esta historia, para una
niña de cinco años, estaba muy lejos de los
problemas de
la pubertad. Su madre era tan fría y distante que la
niña se sentía perdida. El cuento le aseguró
que no tenía por qué desesperarse: Blanca Nieves,
traicionada por su madrastra, fue rescatada por personas del
sexo
masculino; primero, los enanitos y, más tarde, el
príncipe. Esta niña tampoco se desesperó por
el abandono de su madre, sino que confiaba en que algún
hombre decente la salvaría. Segura del camino que
Blanca Nieves le mostraba, se volcó hacia su padre, el
cual respondió favorablemente; el final feliz del cuento
hizo posible que esta niña encontrara una solución
satisfactoria a la situación inevitable que estaba
viviendo y a la que la había proyectado la falta de
interés
por parte de su madre. Vemos cómo una historia puede tener
un importante significado, tanto para un niño de cinco
años como para otro de trece, aunque el sentido personal que
obtenga del cuento sea totalmente distinto. (Lectura
recomendada: The Annotated Classic Fairy Tales por
M. Tatar).
Cómo
contar los cuentos de
hadas
Los cuentos de hadas tienen un gran significado
psicológico para los niños a
todas las edades y de ambos sexos, sin tener en cuenta la edad y
el sexo del héroe de la historia. Se obtiene un rico
significado personal, pues facilitan los cambios en la
identificación mientras el niño pasa por distintos
problemas, uno después del otro.
Uno de los padres empezará por contar o leer a su hijo
un cuento que haya sido importante para él en su infancia. Si
el niño no se apega a esta historia, quiere decir que sus
motivos o temas no han logrado provocar una respuesta emocional
en aquel momento de su vida. Es mejor contarle otra historia la
noche siguiente. Pronto nos daremos cuenta de que un determinado
cuento se ha hecho importante por su inmediata respuesta al
mismo, o porque el niño pide que se lo cuenten una y otra
vez. Al contar cuentos de hadas lo mejor es tratar de seguir
siempre el interés del niño.
Incluso si uno de los padres adivina por qué su hijo se
siente emocionalmente implicado en un determinado cuento, es
mejor que lo guarde para sí. Las experiencias y reacciones
más importantes de un niño pequeño son
generalmente inconscientes, y así deberán
permanecer hasta que éste alcance una edad madura y una
mayor comprensión. Es siempre desagradable interpretar los
pensamientos inconscientes de una persona y hacer
consciente lo que ésta desea mantener en el pre
consciente; especialmente cuando se trata de un niño. Es
tan importante para el bienestar del niño sentir que sus
padres comparten sus emociones,
disfrutando con el mismo cuento, como la sensación que
tiene de que sus padres ignoran sus pensamientos internos hasta
el momento en que el niño decide revelarlos. Si los padres
dan muestras de conocerlos ya, el niño evita hacer a sus
padres el regalo más valioso, es decir, evita compartir
con ellos lo que hasta entonces fue algo secreto y privado para
él; y como los padres son superiores al niño, el
dominio de aquéllos parecerá ilimitado –y,
por lo tanto, abrumador y destructivo- si el pequeño ve
que son capaces de leer sus pensamientos secretos y de
conocer sus más ocultos sentimientos, antes, incluso, de
que el mismo niño sea consciente de ellos.
Si explicamos a un niño por qué un cuento de
hadas puede llegar a ser tan fascinante para él,
destruimos el encanto de la historia, que depende de la
ignorancia del niño respecto a la causa que le hace un
cuento agradable. La pérdida de esta capacidad de encanto
lleva también consigo la pérdida del potencial que
la historia posee para ayudar al niño a luchar por
sí solo y a dominar el problema que ha hecho que la
historia fuera significativa para él y ocupara un lugar
predominante.
Una limitación importante es que el verdadero
significado e impacto de un cuento de hadas puede apreciarse
sólo a partir de la historia en su forma original.
Los cuentos de
hadas y el conflicto
existencial
Los conflictos
psicológicos que enfrentan los niños en su
crecimiento, tales como:
– superar las frustraciones narcisistas,
– los compromisos edípicos,
– las rivalidades fraternas,
– renunciar a las dependencias de la infancia,
– obtener un sentimiento de identidad y de
autovaloración y
– un sentido de obligación moral.
Para poder
dominarlos, el niño necesita comprender lo que está
ocurriendo en su ego consciente y enfrentarse con lo que sucede
en su inconsciente.
Puede adquirir esta comprensión, y con ella la
capacidad de luchar, ordenando de nuevo y fantaseando sobre los
elementos significativos de la historia, en respuesta a las
tensiones inconscientes. El niño adapta el contenido
inconsciente a las fantasías conscientes, que le permiten
tratar con este contenido.
La forma y la estructura de
los cuentos de hadas sugieren al niño imágenes
que le servirán para organizar sus propios ensueños
y canalizar mejor su vida.
La creencia común de los padres es que el niño
debe ser apartado de lo que más le preocupa: sus
ansiedades desconocidas y sin forma, y sus caóticas,
airadas, e incluso violentas, fantasías. Muchos padres
están convencidos de que los niños deberían
presenciar tan sólo la realidad consciente o las
imágenes agradables que colman sus deseos, es decir,
deberían conocer únicamente el lado bueno de las
cosas. Pero este mundo de una sola cara nutre a la mente de modo
unilateral, pues la vida real no siempre es agradable.
Los padres quieren que los niños no sepan que el origen
de que muchas cosas vayan mal en la vida se debe a nuestra propia
naturaleza; es
decir, a la tendencia de los hombres a actuar agresivamente,
asocial e interesadamente, o incluso con ira o ansiedad. Quieren
que los niños crean que los seres humanos son buenos por
naturaleza. Pero, los niños saben que ellos mismos, no
siempre son buenos y por esta razón puede verse a
sí mismo como un monstruo.
El mensaje que los cuentos de hadas transmiten a los
niños es: que la lucha contra las serias dificultades de
la vida es inevitable, que es parte intrínseca de la
existencia humana; y que, si uno no huye, sino que se enfrenta a
las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar
todos los obstáculos alzándose victorioso. Los
cuentos de hadas enfrentan debidamente al niño con los
conflictos humanos básicos.
Los cuentos de hadas suelen plantear un problema existencial.
El cuento de hada simplifica cualquier situación. Los
personajes están muy bien definidos y todas las figuras
son típicas en vez de ser únicas. (Véase mi
ponencia: El Uso de la Metáfora en la
Psicoterapia).
En los
cuentos de hadas el mal está omnipresente, al igual que la
bondad
El malo, por ser malo, no carece de atractivos y ostenta
temporalmente el poder. Tanto en los cuentos de hadas como en la
vida real, el castigo, o el temor al castigo, sólo evita
el crimen de modo relativo. La convicción de que el crimen
no resuelve nada es una persuasión mucho más
efectiva, y por eso, en los cuentos de hadas el malo siempre
pierde. El hecho de que al final venza la virtud no es lo que
provoca la moralidad,
sino que el héroe es mucho más atractivo para el
niño, que se identifica con él en todas sus
batallas. El niño realiza tales identificaciones por
sí mismo, y las luchas internas y externas del
héroe imprimen en él la huella de la moralidad.
Los personajes de los cuentos de hadas no son ambivalentes, no
son buenos y malos al mismo tiempo, como somos todos en realidad.
La polarización domina la mente del niño y
también está presente en los cuentos.
Una persona es buena o es mala, pero nunca ambas cosas a la
vez. Al presentar al niño caracteres totalmente opuestos,
se le ayuda a comprender más fácilmente la
diferencia entre ambos. Las ambigüedades no deben plantearse
hasta que no se haya establecido una personalidad
relativamente firme sobre la base de identificaciones positivas.
En este momento el niño comprende que existen diferencias
entre la gente y está obligado a elegir qué tipo de
persona quiere ser.
Las elecciones de un niño se basan más en
quién provoca sus simpatías o su antipatía
que en lo que está bien o está mal. El niño
no se identifica con el héroe bueno por su bondad, sino
porque la condición de héroe le atrae profunda y
positivamente. Para el niño la pregunta no es
"¿quiero ser bueno?", sino "¿a quién quiero
parecerme?". Decide esto al proyectarse a sí mismo en uno
de los protagonistas. Si este personaje fantástico resulta
ser una persona muy buena, entonces el niño decide que
también quiere ser bueno.
Los cuentos como "El gato con botas" tienen otro objetivo
distinto, forman el carácter, no al provocar una
elección entre el bien y el mal, sino al estimular en el
niño la confianza de que incluso el más humilde
puede triunfar en la vida. Porque, ¿de qué sirve
elegir ser una buena persona si uno se siente tan insignificante
que teme no poder llegar nunca a nada? En estos cuentos la
moralidad no es ninguna solución, sino más bien la
seguridad de que uno es capaz de salir adelante.
La
resolución de conflictos
Los profundos conflictos internos que se originan en nuestros
impulsos primarios y violentas emociones están ausentes en
gran parte de la literatura infantil moderna;
y de este modo no se ayuda al niño a que pueda vencerlos.
El pequeño está sujeto a sentimientos desesperados
de soledad y aislamiento, y experimenta una angustia mortal.
Generalmente, es incapaz de expresar en palabras esos
sentimientos, y sólo puede sugerirlos indirectamente:
miedo a la oscuridad, a algún animal, angustia respecto a
su propio cuerpo.
Los cuentos de hadas toman muy en serio estos problemas y
angustias existenciales y hacen énfasis en ellas
directamente: la necesidad de ser amado y el temor a que se crea
que uno es despreciable; el amor a la
vida y el miedo a la muerte.
Dichas historias ofrecen soluciones que
están al alcance del nivel de comprensión del
niño. Por ejemplo, los cuentos de hadas plantean el dilema
del deseo de vivir eternamente concluyendo, "y vivieron felices
para siempre", pero esto no engaña al niño
haciéndole creer que es posible vivir eternamente. Lo que
indica que lo único que puede ayudarnos a obtener un
estímulo a partir de los estrechos límites de
nuestra existencia en este mundo es la formación de un
vínculo realmente satisfactorio con otra persona. Estos
relatos muestran que cuando uno ha logrado esto, ha alcanzado ya
el fundamento de la seguridad emocional de la existencia y
permanencia de la relación adecuada para el hombre; y
sólo así puede disiparse el miedo a la muerte. Si uno
no haber encontrado el verdadero amor adulto,
por lo que no tiene necesidad de buscar la vida eterna. Ejemplo
de esto en otro final: "y vivieron, durante largo tiempo, felices
y contentos".
Muchas personas ven en este tipo de desenlaces, un final feliz
pero irreal, que desfigura el importante mensaje que el relato
intenta transmitir al niño. Estas historias le aseguran
que, formando una verdadera relación interpersonal, uno
puede escapar a la angustia de separación que le persigue
continuamente. Si intentamos escapar a la angustia de
separación y de muerte, agarrándonos
desesperadamente a nuestros padres, sólo conseguiremos ser
arrancados cruelmente, como Hansel y Gretel.
Dando una
patada al patito feo, por ser feo
Este tipo de cuentos está orientado de cara al futuro y
ayuda al niño, de un modo que pueda aprender a renunciar a
sus deseos infantiles de dependencia y a alcanzar una existencia
independiente más satisfactoria.
Hoy en día los niños no crecen ya dentro de los
límites de seguridad que ofrece una extensa familia o una
comunidad
integrada. Por ello es importante, proporcionar al niño
actual imágenes de héroes que deben surgir al mundo
real por sí mismos y que encuentren en su ámbito un
lugar seguro, siguiendo
su derrotero con confianza interior.
El héroe de los cuentos avanza solo durante
algún tiempo, del mismo modo que el niño de hoy en
día, que se siente aislado. El destino de estos
héroes convence al niño de que, como ellos, puede
encontrarse perdido y abandonado en la vida, andando a tientas en
medio de la oscuridad, pero, como ellos, su existencia irá
siendo guiada paso a paso y recibirá ayuda en el momento
oportuno. Actualmente, el niño necesita la seguridad que
le ofrece la imagen del
hombre
solitario que es capaz de obtener relaciones satisfactorias y
llenas de sentido con el entorno que lo rodea.
La
búsqueda del significado de la vida en los cuentos de
hadas
La necesidad más urgente y difícil es la de
encontrar un significado a nuestras vidas. La comprensión
del sentido de la vida no se adquiere a una edad determinada ni
cuando uno ha llegado a la madurez cronológica, sino que
obtener una comprensión cierta de lo que es o de lo que
debe ser el sentido de la vida, significa haber alcanzado la
madurez psicológica. En cada etapa buscamos, y hemos de
ser capaces de encontrar, un poco de significado congruente con
el que ya se han desarrollado nuestras mentes. La
sabiduría se va formando poco a poco y progresivamente
desde los orígenes más irracionales. (Véase
mi artículo: La Crisis
Existencial).
La tarea más importante y la más difícil
en la
educación de un niño es la de ayudarle a
encontrar significado a su existencia. Se necesitan numerosas
experiencias durante el crecimiento para alcanzar este juicio. El
niño, mientras se desarrolla, debe aprender a comprenderse
mejor; así se hace más capaz de comprender a los
otros y de relacionarse con ellos de un modo mutuamente
satisfactorio y lleno de coherencia.
Para no estar a merced de los caprichos del destino, uno debe
desarrollar sus recursos
internos, para que las propias emociones, la imaginación y
el intelecto se apoyen y enriquezcan mutuamente unos a otros.
Nuestros sentimientos positivos nos dan fuerzas para desarrollar
nuestra racionalidad; pero, sólo la esperanza puede
sostenernos en las adversidades con las que, inevitablemente, nos
encontramos.
Si se educara a los niños de manera que todo lo que les
sucede tuviera sentido para ellos, no tendrían necesidad
de ninguna ayuda especial.
Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño ha de:
- divertirle y
- excitar su curiosidad.
Pero, para enriquecer su mente ha de:
- estimular su imaginación,
- ayudarle a desarrollar su intelecto,
- clarificar sus emociones,
- estar de acuerdo con sus ansiedades y aspiraciones,
- hacerle reconocer plenamente sus dificultades y
- al mismo tiempo sugerirle soluciones a los problemas que le
inquietan.
Resumiendo, el cuento debe estar relacionado con todos los
aspectos de la personalidad del niño al mismo tiempo; y
esto dando pleno crédito
a la seriedad de los conflictos propios, sin disminuirlos en
absoluto, y estimulando, simultáneamente, su confianza en
sí mismo y en su futuro.
Cenicienta
En realidad, a nivel manifiesto, los cuentos de hadas
enseñan muy poco sobre las condiciones específicas
de la existencia en la moderna sociedad de
masas; estos relatos fueron creados mucho antes de que
ésta existiera. Sin embargo, de ellos se puede aprender
mucho más sobre los problemas internos de los seres
humanos, y sobre las soluciones correctas a sus dificultades en
cualquier sociedad. Al estar expuesto a la sociedad en que vive,
el niño aprenderá a competir con las condiciones de
aquélla, suponiendo que sus recursos internos se lo
permitan.
El niño necesita que se le dé la oportunidad de
comprenderse a sí mismo en este mundo complejo con el que
tiene que aprender a enfrentarse. Necesita ideas de cómo
poner en orden su casa interior y poder establecer un orden en su
vida en general. Necesita una educación moral que
le transmita las ventajas de una conducta noble,
no a través de conceptos éticos abstractos, sino
mediante lo que parece tangiblemente correcto y lleno de
significado para el niño.
El niño encuentra este tipo de significado a
través de los cuentos de hadas. Los cuentos han llegado a
dirigirse simultáneamente a todos los niveles de la
personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza la
mente no educada del niño. Los cuentos aportan importantes
mensajes al consciente, pre consciente e inconsciente, sea cual
sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante.
Estas historias hablan a su pequeño ego en
formación y estimulan su desarrollo, mientras que liberan
al pre consciente y al inconsciente de sus demandas. (Para una
revisión del tema, recomendamos: Little Red Riding Hood
Uncloaked: Sex, Morality and the Evolution of the Fairy Tale
por C. Orestein).
En resumen
La televisión llegó para despojar a los
padres de su lugar especial en el desarrollo infantil — pero no
importa, porque a los padres ausentes así les conviene
mejor.
Sin embargo, y todavía, estos cuentos traducen los
dramas existenciales que aguardan la vida de los jóvenes,
entre todos, el Patito feo es un favorito que me ayuda en
la terapia con niños adoptados.
El Gato con botas y Barba azul, son dos
más que me asisten en la labor con niños que se
sienten desamparados y con adolescentes
en la lucha por sus destinos…
Bibliografía
Se suministra por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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